Como siempre digo, hay que ignorar menos, y sobre todo, si se trata de nuestra Historia, para que nunca más se repita.
A inicios de la década de 1960, se dio un primer intento de penetración subversiva en el Perú, con el ingreso de huestes guerrilleras promovido por el Partido Comunista del Perú – PCP, a través de la frontera con Bolivia, específicamente por el Departamento de Madre de Dios, que fueron enfrentados como siempre en esa época, por la Benemérita Guardia Civil el Perú, y eliminados completamente, falleciendo en aquella oportunidad el poeta guerrillero Javier Heraud, que actuaba con el seudónimo de «Rodrigo Machado» como integrante del Grupo Guerrillero ‘Ejército de Liberación Nacional’. Las circunstancias de su muerte el 15 de mayo de 1963, han sido convertidas en novelas, a tal punto de decir que fué abatido con un total de 19 proyectiles «Dum Dum», totalmente, aparte de falso, fantasioso y propio de la victimización imaginativa ideológica de la extrema izquierda.
Paralelamente, en la Provincia de La Convención y Lares, Hugo Blanco Galdós, de filiación Trotskista, luego de fundar el «Frente de Izquierda Revolucionaria» – FIR, dió inicio a una serie de acciones de corte subversivo, que llegaron a su clímax con la emboscada y muerte de un efectivo GC en la ruta Chaullay – Pucyura, y finalmente converger en el entonces Puesto GC de Pucyura, donde asesinaron a sangre fría al Guardia Civil Hernán Briceño Minauro, partiéndole la cabeza en dos, valiéndose para ello, de una de las barretas que portaban sus secuaces guerrilleros.
Luego de éstos hechos, tuvo un primer enfrentamiento con fuerzas GC comandadas por el Capitán GC José Espejo Gutarra, Jefe del Sector GC de Quillabamba, en uno de los cerros que conforman el contrafuerte andino de la Cordillera del Chaupimayo, que a su vez forma parte de la Cordillera de Vilcabamba.
Luego de éstos hechos, el Comando GC comisionó al entonces Teniente de la Guardia Civil don Pedro Montago Nolberto, quien posteriormente sería reconocido como el «Super Cholo», o simplemente, el «Cholo Montago», éste corajudo Policía, con los efectivos a su mando, los enfrentó en su propio terreno y los venció totalmente, dándose la batalla final en el Puente Chaullay sobre el Río Urubamba, donde fueron abatidos todos sus esbirros.
Posterior a éste enfrentamiento, en horas de la noche se entregó a las fuerzas GC, el cabecilla del «FIR», Hugo Blanco, que no obstante los pedidos de los compañeros del GC Briceño Minauro para ser eliminado, primó la cordura del buen policía y fué entregado a la justicia, cuyo desenlace todos conocemos. El Poder Judicial lo condenó a Pena de Muerte, que el entonces Presidente Fernando Belaunde Terry, se la conmutó por Prisión y Juan Velasco lo indultó, para posteriormente terminar como Senador de la República y que, con la insolencia del pasado gobierno del golpista Pedro Castillo Terrones, lo declararon como objeto de culto estupidizante, para ignorantes pro terroristas donde aún algunos se mantienen hasta hoy en el efímero Poder Político.
Cosas de la vida, a quien defiende y da su vida por la Patria, muy fácilmente se le olvida, pero a quien trata arteramente de destruirla, se le hace documentales sesgados y hasta se les construye «Museos» y esculturas como «El ojo que llora», con el dinero de todos los peruanos.
Es una pena, pero es una triste realidad peruana que siempre agravia a las Fuerzas del Orden, pero muy en particular, a la hoy Policía Nacional del Perú, mientras que esa Clase Política, se dedica a crear psicosociales, con la finalidad de desviar la atención, de su empeño de mantenerse en el Poder a como de lugar, para seguir usufructuando los beneficios de sus actos de corrupción, sus blindajes por conveniencia, sus increíbles alianzas antes utópicas, y sobre todo el sacarle el mayor provecho al Erario Nacional en su propio beneficio, sin importarles para nada el siempre mentado «Pueblo» por ellos mismos. De allí, las reacciones violentas con rasgos subversivos y hasta convertidos en terrorismo, urbano o rural, pero terrorismo bajo el tibio concepto hoy, de «inseguridad ciudadana». Sólo recordemos en qué se convirtieron, aquellos «abigeos y comuneros» de los años 60′.
Esa es mi opinión personal, salvo un mejor parecer.
José C. Valdivia Sotomayor
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