Hoy se cumplen 24 años de la captura del cabecilla del mas grande genocidio cometido por un peruano en territorio peruano en el Siglo XX. Hay que ser honestos en reconocer la gran valía del GEIN en la captura de Abimael Guzman Reynoso, responsable de las miles de muertes y gravemente lesionados, así como de los millones de Soles en pérdidas materiales. Hoy aun las heridas físicas y morales se encuentran a flor de piel en nuestras memorias. La insanía terrorista mereció la crítica condenatoria de la sociedad civil sobre estas acciones así como a quienes las ejecutaron. Se elevaron palabras de felicitación popular y algarabía Institucional, totalmente merecedoras en dicho reconocimiento. Loable labor policial.
Desde ese momento, la imagen del Policía peruano se elevó a niveles inimaginables, que motivaron posiblemente la envidia de aquellos que políticamente siempre han estado al lado opuesto de la Ley y el Orden Constitucional. De aquellos cuya ideología estaba mas cerca del «Pensamiento Gonzalo», es decir, de aquél que lideraba las huestes de «Sendero Luminoso». No es que formaran parte ni pertenecieran a sus filas, pero ideológicamente se podría decir que «comulgaban» con ellos a su manera claramente opositora a los Deberes y Obligaciones que como Institución Tutelar del Estado, tiene la Policía y sus componentes.
Se dedicaron muchos espacios periodísticos en la prensa escrita, hablada y televisada, tratando de escudriñar en los terroristas capturados, cual era la motivación del desenfreno asesino como medio para lograr alcanzar sus fines «políticos» en base al terror. Pocos, muy pocos, hicieron lo propio en aquellos quienes tuvieron como Policías, el Deber que cumplir, es decir, en la ubicación y captura de estos asesinos. Nadie analizó, que significa el ser Policía. Se tomó como que al ser su obligación profesional, allí quedaba en el deber cumplido.
El policía es un ser humano de diversa procedencia que ingresa a la Institución imbuido de sentimientos altruistas y, naturalmente para tener una Profesión que le permita subsistir decorosamente. Los verdaderos Profesionales de la Seguridad Pública Ciudadana dentro del contexto del Orden Público y del Orden Interno.
El ejercicio de la función policial resulta sumamente complicada, ya que tan pronto está atendiendo a un diplomático, como interviniendo en un accidente de tránsito, o está trasladando a un herido a un establecimiento de Emergencia, o está recibiendo pedradas y aun balas en una intervención de control de multitudes, o está involucrado en persecuciones riesgosas, capturas de peligrosos delincuentes, y cada una de estas intervenciones tienen sus dificultades, complicaciones, atenciones y responsabilidades.
Es innegable que entre estos miles de buenos Policías que se encuentran diseminados en todo nuestro extenso y diverso territorio, existen malos elementos, que con conductas inapropiadas manchan y desprestigian nuestra Gloriosa y Heroica Institución. Por ello, cuando estos malos elementos son detectados, de inmediato deben ser separados de la Institución y denunciados ante la autoridad competente para ser sujetos a la ley.
Estos malos ejemplos y hechos denigrantes, nos afectan no solo personalmente, sino por obvia extensión de razones, a nuestros familiares. Es justo reconocer errores y virtudes, pero en la realidad, solo los errores o los defectos son comentados muchas veces exageradamente, con fines netamente publicitarios o de socavar el prestigio de personas y, por añadidura, de la Institución.
Frecuentemente se escuchan reclamos o comentarios populares ante la intervención de la Policía que trae como consecuencia una muerte, sin siquiera analizar los hechos, donde tal vez el Policía tuvo que hacer uso de su arma de reglamente o tal vez, se defendió ante un ataque previo. Se critica ligeramente, tan solo por ser un Policía quien participa. Casi nadie juzga desde un principio, al intervenido, que casi siempre resulta siendo alguien perseguido por la Ley.
El Policía es un empleado del Estado como existen otros en diferentes funciones y sectores públicos y privados, que gana un sueldo mensualmente, que no es un regalo o una limosna, y que igualmente paga sus impuestos. Su trabajo es servir a los demás de una manera riesgosa, ya que expone hasta su propia vida en defensa de los demás ciudadanos, con lo cual, les brinda las garantías suficiente de su seguridad en su diario trajín sin excepción alguna.
Como Policías, debemos ser permeables a la crítica sana y sobre todo, constructiva. Lo sensato debe de ser, el juzgar con objetividad.
Transcurridos 24 años, la situación no ha variado mucho que digamos y se podría decir, que hasta ha empeorado. Y no es por parte de la Policía Nacional que las cosas vayan de mal en peor, sino que es dentro del propio sistema de los Gobiernos de Turno que suceden y acontecen hechos por demás ligados estrechamente con el tratar de desconocer los valiosos resultados cuando la Policía interviene eficaz y eficientemente. En lugar que se condene a los terroristas de ese entonces capturados, muy lamentablemente en el Gobierno de Valentín Paniagua, su Ministro de Justicia Diego García Sayan, consideró que los terroristas habían sido conculcados en sus derechos humanos por lo que apeló a la Corte Internacional de Costa Rica e interpuso recurso de apelación, logrando que de esa forma el Estado les diese una suma millonaria por Reparación Civil y a su vez, condenara a sus captores, es decir, a los policías. ¿Es esta la forma de reconocer la paciente, sacrificada y arriesgada función de los Policias? ¿Como queda el autoestima de los Policías en general? ¿Pueden confiar en el Estado que no reconoce su valiosa labor?
Yo llamaría a eso corrupción y de la peor. Los gobiernos posteriores al parecer tienen similar interpretación de la de García Sayan fundador de la CVR – Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Yo particularmente la denomino «comisión de la vergüenza y el rencor». Ninguno de los mandatarios que lo sucedieron a Paniagua, reconoció tal error y por el contrario, estuvieron de acuerdo en que se pagase la reparación civil dispuesta por la Corte Internacional. ¿Y los Policías, que?
El ostracismo del Poder político nos ha llevado al borde del abismo, donde no sólo ha puesto en riesgo la gobernabilidad, sinó la institucionalidad de aquellos organismos del Estado que tienen como misión fundamental, la lucha contra la delincuencia, sea ésta una común u organizada. La riesgosa y sacrificada misión de combatir la inseguridad ciudadana que es un clamor que ya se viene pidiendo desde gobiernos anteriores, fue colmada por la ingenuidad de quienes creímos en la supuesta «palabra de honor», que por haber pertenecido a una Institución castrense, tenía el liderazgo suficiente para poder llevarla a cabo, tal y conforme lo prometió y puso como garantía su «palabra».
Lamentablemente, la desconfianza de la población para con la Institución guardiana de sus Derechos, fue disminuyendo casi tan geométricamente como lo fue el desentendimiento del Gobierno a todo nivel, como son las necesidades mínimas, logísticas, funcionales, sociales, educativas, familiares y de salubridad para que ese efectivo policial pudiese rendir y producir al 101% sus deberes y obligaciones. El subestimar, manosear, vejar, insultar y simplemente acusar de todo como la única responsable de todo lo malo que pueda acontecer en el País, es lo que a mi personal parecer y forma de ver y apreciar la situación, nada o muy poco va a cambiado con la llegada de este nuevo gobierno a cargo de Pedro Pablo Kuczynski y el Ministro del Interior Carlos Basombrío.
Un inicio de funciones tortuoso y tormentoso con la remoción de 39 Oficiales Generales, la presentación de una nueva estructura en el organigrama policial, la denuncia del llamado «escuadrón de la muerte» con acusaciones sin fundamento, las críticas a las compras de vehículos y armas, sin implementar o poner en ejecución algo que los sustituya de inmediato, salvo el pésimo Convenio firmado con la SUCAMEC, para que ésta Superintendencia entregue todas las armas requisadas a los delincuentes para que puedan ser utilizadas por la Policía. Imagínense solamente, cuando se tenga que proveer de municiones. ¿Como harán los Armeros de la PNP para solicitar las municiones siendo las armas tan variadas en modelos, marcas y calibres? Si los uniformes tuviesen que ser repuestos, entonces echarán de mano a los que existen en los Mercados extra-institucionales, o tal vez darles a los Policías los de la Vigilancia Privada que existen por miles en los establecimientos comerciales de Gamarra y afines.
Si después de 24 años casi nada ha cambiado en el trato del Estado para con su Policía, que podemos esperar para aquellos que aun se encuentran en su etapa de Formación en las diferentes Escuelas Policiales. ¿Cual es el futuro de la Policía Nacional del Perú?
Reitero mi felicitación a quienes realmente hicieron posible la captura de Abimael Guzman Reynoso, el llamado «Presidente Gonzalo», un 12 de Setiembre de 1992.
Atentamente
José Valdivia Sotomayor.
DNI 10312625
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